lunes, 26 de noviembre de 2012

Música, cuerpo, emoción…





…often I wonder
how did it all start,
who found out that nothing
can capture a heart
like a melody can…
well, whoever it was,
I’m a fan…
Thank you for the music (Abba)


Dicen que la creatividad surge del movimiento y del juego mucho más que del abordaje intelectual de los retos que se nos presentan. 
Moverse, jugar, supone ponerse en contacto con uno mismo y con el entorno, estar abierto a sentir, sorprenderse, reír, llorar… movimientos del alma, movimientos del cuerpo… 
En el mundo académico de la música a menudo se olvida la relación de ésta con el mundo de las emociones. La música es emoción. Y nos conmueve sin remedio. Conmueve al intérprete, conmueve al oyente. Incluso cuando andamos perdidos en nuestros pensamientos, desconectados de la realidad de nuestro ser como un todo, como intérprete o como oyente... Así es la música: misteriosamente poderosa. 
Sin embargo, hay que decir que la enseñanza musical está dominada a menudo por el aspecto perfeccionista de lo intelectual y lo técnico, dejando de lado la naturaleza sensible y emocional de la materia que es objeto de aprendizaje. 
Sí, ya sé, como músico soy consciente de que la técnica es necesaria para lograr la expresión deseada. Es la herramienta del músico para alcanzar sus fines, pero, por desgracia, a lo largo de los años he podido comprobar cómo ésta se ha convertido en la propia meta de los estudios musicales. Y lo peor de todo es que se intenta lograr obviando la realidad de que el alumno, la persona, es una unidad psico-física-emocional inseparable. Así, a menudo, la famosa y perseguida “excelencia” del músico se ha convertido en una meta (pseudo-)alcanzada a costa del cuerpo, de la confianza en uno mismo y, sobre todo, de lo realmente importante: el propio disfrute de la música.

…la música, esa misteriosa necesidad del ser humano que acompaña la vida en cada uno de sus vaivenes y movimientos, mientras crecemos a la vez que pasamos por aquí, cuando llegamos, cuando nos vamos… 
Creo firmemente que la enseñanza de la música, su pedagogía, debería incluir el cuidado del cuerpo y de las emociones, para no perder de vista que el alumno, el estudiante de música, es una persona, a menudo un niño, que necesita crecer en un ambiente seguro que le permita desarrollar la autoestima y a la vez el entusiasmo por la música que le conmueve y que conmoverá a otros en el acto generoso de darse mientras la interpreta. ¿Qué otra función podría tener la música?


Regreso a Alicante desde la lluviosa Galicia.

Santiago estaba hermoso de otoño y me recordaba a Freiburg, a su Selva Negra, ardiendo de rojos y amarillos. 
El sol ha brillado bien poco esta semana. Hacía frío y llovió, aunque no mucho… 
Sin embargo, ha sido una semana luminosa, llena de sonrisas y expectación, de movimiento y muchas risas. (…y algún que otro coscorrón L… ¿cómo estáis los heridos?..., bueno, bueno, no ha sido para tanto, eh? J
Vuelvo agradecida y renovada, con nuevas energías para continuar el trabajo, con confianza y una sensación hermosa de contacto conmigo misma y con los demás. 
A veces, una va a dar un curso y vuelve como si se lo hubiesen dado… y esta vez gracias a 16 personas, 16 jóvenes músicos que se han entregado, que se han dejado llevar y al mismo tiempo han sido generosos con sus emociones y su música. 
Simplemente, GRACIAS... Ana, Paula, Víctor, Antonio, Sara, Ângela, Tamara, Guillermo, Angie, Laura, Isabel, Javi, Marc, Paloma, Clara y Mercedes… 
Nos veremos de nuevo en abril… hasta entonces, ¡jugad mucho! Y no olvidéis la tarea… J 
Gracias también a Enrique y Esther por su acogida y su colaboración, y a Don, por su hospitalidad. 
Hasta la primavera…

domingo, 4 de noviembre de 2012

Releyendo… EL USO DE SÍ MISMO



O... sobre cómo parar para alegrarse de las primeras lluvias otoñales...

Me he propuesto releer EL USO DE SÍ MISMO… una vez más.


Esto es una declaración de voluntad que me compromete conmigo misma al hacerla pública. Y es que, la verdad, no es fácil la empresa.

Como dice el doctor Barlow en su introducción a la edición de 1985, la literatura no era lo de Alexander: frases larguísimas que acaban pareciendo confusas por la cantidad de información que contienen, repeticiones a modo de insistencia…
Eso sí, una segunda lectura de la frase en cuestión suele ser muy comprensible e iluminadora, diría yo.

Pero, lo dicho: no es fácil.

Así que, para hacer de nuevo el ejercicio de indagar y ahondar en el pensamiento y los descubrimientos de Alexander, me he propuesto también ir comentando lo que me parece interesante. Ya sé que está todo dicho y no pretendo decir nada nuevo...
Será como un “volver a casa”, como cuando los hijos que ya no están en el hogar regresan a casa y los ves relajarse en el sentimiento de pertenencia y de seguridad que les permitirá saltar de nuevo, un poco más lejos, pero más cerca de sí mismos…
(Bueno, eso si no están todavía en la fase REBELIÓN…J
Wilfred Barlow, médico reumatólogo y alumno de F. M. Alexander, firma la introducción a la edición de 1985 (La primera edición de EL USO DE SÍ MISMO es de 1932). 
Me encanta que Barlow hable, así, a bocajarro, de lo que la Técnica Alexander NO ES.

Y es que es un clásico para los profesores de la Técnica Alexander.

Cuando te preguntan qué es eso de la Técnica Alexander, antes tienes que explicar lo que NO ES. Y parece que esto sucedió desde el principio.

Dice Barlow, hablando del reconocimiento de la Técnica:


“Los trabajos de John Dewey, y especialmente sus admirables introducciones a los libros de Alexander, colocaban su trabajo simple y llanamente por encima del nivel de cualquier manipulación terapéutica o técnica de relajación: las etiquetas en las que mucha gente había intentado encasillarlo. El carácter esencialmente filosófico de su trabajo no fue reconocido con facilidad al principio… El trabajo de Alexander se ocupaba, y se ocupa, del gobierno íntimo de nuestra percepción de nosotros mismos, momento a momento.”
Pues para realizar este trabajo no podemos saltarnos el paso de la autoobservación.

Y así lo recalcaba otro ilustre de la época, Nikolaas Tinbergen (Premio Nobel de Medicina en 1973), al referirse al trabajo de Alexander:

“Observar y preguntarse” si lo que parece correcto lo es ciertamente, observar y reconocer que el cuerpo es un todo, la unidad de cuerpo y mente.

La unidad de cuerpo y mente”…
¿Cómo se manifiesta esto AQUÍ Y AHORA, en mi cuerpo, en mi mente?

Estoy sentada, bien sentada, pero pasan cosas a mi alrededor: el técnico de la compañía telefónica, que me quita de vez en cuando la conexión; el niño, que no está de acuerdo con los planes familiares para esta mañana, una tensión en el estómago, en los hombros, una sensación nerviosa por no poder centrarme como quiero en este texto, porque quiero acabarlo antes de marchar…

Me doy cuenta, de nuevo, de que la palabra MENTE, engloba mis pensamientos, pero también mis emociones.

Así es. AQUÍ Y AHORA…
¿Y…?
Dejo que mi cuello se relaje, que se libere de tensiones y que mi cabeza fluya hacia delante y hacia arriba, para que mi espalda se pueda alargar y ensanchar, para que pueda respirar profundamente y mis hombros puedan caer tranquilos y mi estómago se vuelva a relajar.

Esto me permite parar. Quizá acabar aquí. Quizá permitirme un cambio de actitud, ver las prioridades… como mirar la lluvia, por ejemplo...

Una vez más, el uso que hago de mí misma afecta sin remedio a mi funcionamiento, a todos los niveles… porque soy un todo, una unidad psicofísica.


"For in the mind of man lies the secret of his ability to resist, to conquer and finally to govern the circumstances of his life" 

F. M. Alexander

EL USO DE SÍ MISMO es el tercer libro de Alexander. Está editado en español por Urano
Barlow escribiría más tarde, desde su perspectiva de médico, sus propias reflexiones sobre el trabajo de Alexander: “El principio de Matthias Alexander. El saber del cuerpo”, editado en español por Paidós)